El Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, dio a conocer a las personas y comunidades que este año han sido distinguidas como Tesoros Humanos Vivos (THV), programa Unesco ejecutado en Chile por el Consejo de la Cultura que por primera vez consideró al rubro culinario dentro de sus seleccionados.
La cazuela es una de las especialidades de Zunilda Lepin, mujer mapuche que a lo largo de su vida ha desarrollado un sostenido trabajo por la soberanía alimentaria de productos tradicionales, plasmado en su labor como curadora de semillas y en los platos que ofrece hace siete años en su pequeño restaurant, ubicado en el tradicional Barrio Tucapel de Temuco, en la Región de la Araucanía.
Justamente por esa labor ha sido distinguida como uno de los seis nuevos Tesoros Humanos Vivos de Chile, reconocimiento Unesco que otorga el Estado, a través del Consejo de la Cultura, a personas y comunidades portadoras de manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial que son altamente significativas para el país y las comunidades locales, dando cuenta de la diversidad cultural e identitaria presente en el país.
El ministro de Cultura, Ernesto Ottone, reconoció que “fue un gran honor tener la posibilidad de notificar personalmente a cada uno de los nuevos Tesoros Humanos Vivos del país, y ser testigo de su emoción y alegría al recibir la noticia. Estas personas y comunidades cultivan, desde los rincones más diversos de Chile, oficios, saberes y prácticas tradicionales que logran mantenerse vigentes gracias su persistencia y compromiso”.
El Secretario de Estado destacó que “a través de instancias como este reconocimiento público que entrega el Consejo de la Cultura, podemos destacar que detrás de su trabajo y entrega está la historia de nuestro país, de nuestras familias, de los pueblos originarios y de todo un patrimonio cultural inmaterial que debemos salvaguardar”.
Además del rubro culinario, en esta séptima convocatoria fueron distinguidos también por primera vez artesanos del ámbito textil y en fibra vegetal: la artesana textil Amalia Quilapi y los colchanderos y colchanderas de Trehuaco, ambos de la Región del Biobío; y las Artesanas Püll Püll Foki de Alepue, primer Tesoro Humano Vivo de la Región de Los Ríos. Se suman a estas distinciones la alfarera Elena Tito (Región de Antofagasta) y los tejueleros de ciprés de Las Guaitecas (Región de Aysén).
Los reconocidos
Zunilda Lepin es defensora de la semilla vernácula, mediante el resguardo, uso, valoración e intercambio de semillas ancestrales (trafkin) en su comunidad, manteniéndolas sin alteraciones químicas. A partir de estas prácticas tradicionales del pueblo mapuche y su propuesta culinaria en “Zuni Tradiciones”, ha logrado impacto y reconocimiento a nivel local, regional y nacional.
Elena Tito fue la única reconocida este año en el norte del país. Pertenece a la comunidad de Río Grande y es cultora de la alfarería ancestral atacameña, técnica que data del 3.000 a.C. y que se ha heredado a través de las generaciones, a partir del uso de un tipo de greda propio de su zona, que le da brillo a piezas utilitarias y ceremoniales para uso ritual.
A 136 kilómetros de Concepción, en la comuna de Cañete, se encuentra Amalia Quilapi, artesana mapuche reconocida como Tesoro Humano Vivo por su dominio de la técnica tradicional del trarikan, que consiste en un tejido a telar de doble urdimbre, que es amarrado con ñocha para dar diseños iconográficos, y luego sacado del telar para ser teñido por reserva; conocimientos que ha traspasado a sus hijas.
Las Artesanas Püll Püll Foki de Alepue, comuna de Mariquina, fueron reconocidas por su destacado trabajo en cestería de fibra blanca de la enredadera Püll Püll Foki o Voquil Pil Pil, cuya extracción implica un conocimiento acabado de la ecología de la selva valdiviana y de un tipo particular de especie vegetal, lo cual le otorga una peculiaridad única a este conocimiento. Destaca además el trabajo sofisticado en la elaboración de figuras con estilo propio de ese territorio, muchas de ellas de carácter utilitario. Actualmente enfrentan riesgos para la extracción de su materia prima, por reemplazo por especies exóticas.
Cultores de la técnica de colchar, que consiste en la siembra, cosecha y secado de trigo colorado para el trenzado que forma parte de la elaboración de cuelcha para chupallas, bolsos, alfombras y otras artesanías, los colchanderos y colchanderas de Trehuacofueron reconocidos por desarrollar un oficio que implica conocimientos y usos de la naturaleza de orden tradicional.
Los Tejueleros de ciprés de Las Guaitecas, de la comuna de Guaitecas, son constructores de tejuelas de madera de ciprés, elemento propio de las casas de la isla, que a su vez aporta a la estética arquitectónica de la zona. Su oficio impregna la identidad de una comunidad que se funda en una estrecha relación con su entorno natural, reflejada en un uso equilibrado de sus materias primas, generando una relación respetuosa con el medio ambiente.
Fuente: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes